Soy hija de un preso
político condenado en Tucumán. Como expresa la excelente nota de Aníbal Guevara Bianchi del día 10, la vara usada en los juicios de lesa humanidad no respeta los
derechos humanos que se profesan. Mi padre padece de mal de Parkinson,
enfermedad incurable, agravada por el encierro y la falta de atención médica.
Desde la resolución del Ministerio de Defensa de agosto de 2013, que prohíbe la
atención a los detenidos por delitos de lesa humanidad en el Hospital Militar
Central, no recibe el tratamiento que requiere esa patología. Sin mencionar que
días antes de esa resolución fue diagnosticado de cáncer. ¿Qué razonabilidad revistió esa medida que condena al resto del
universo de los presos a una muerte segura o a un claro desmejoramiento de salud?
¿Qué penal de la República tiene los medios necesarios para atender las
necesidades de un detenido de 73 años? ¿Cuántas personas mayores de 70 años se
encuentran privadas de su libertad por delitos que no sean de lesa humanidad? Me
atrevería a decir que ninguna.
Dejemos de lado la
hipocresía, el doble discurso no funciona. No reivindico el pasado, tan solo
pretendo legalidad. Que el discurso de los derechos humanos sea de y para
todos. Que vivamos en un sincero Estado
de Derecho que cure las heridas del pasado por el bien de todos.
Lorena
Belén Moore
DNI 30.887.049
NOTA:
Las imágenes y negritas no corresponden a la nota original.
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