La Semana Santa de cada año renueva
nuestra esperanza cristiana, el hijo de Dios resucita después de su calvario y muerte para vencer una vez más el mal. Con su
infinito amor a la humanidad a través de su ejemplo y sacrificio, Jesús al
resucitar nos muestra que el bien siempre vencerá al mal.
Hoy Viernes Santo es una jornada de
reflexión, se recuerda la Muerte de Jesús de Nazaret, guardamos ayuno y
abstinencia de carne como penitencia. La reflexión constante sobre el juicio
final. En este sentido, La realidad del juicio nos ayuda a ordenar la vida
presente de cara al futuro, a la eternidad. Además, ante muchos de los trágicos
eventos que han marcado la historia argentina esperamos en la justicia divina,
pues tiene que existir alguien que pueda responder «al sufrimiento de los
soldados» y al «cinismo del poder». Algunos autores de la violencia e
injusticia en este mundo podrán escapar al juicio humano pero no al juicio
divino.
En conclusión, «el hombre necesita a
Dios, de lo contrario queda sin esperanza» (Spe Salvi, n. 23). Sólo Dios puede
colmar totalmente todos nuestros anhelos y esperanzas.
Nuestro país después de las Guerras
Revolucionarias y de Malvinas fue sometido al olvido y la mentira, a un relato
que ha pretendido cambiar nuestra historia… la historia completa y verdadera.
Hoy al leer el discurso de una joven
universitaria en el Acto Central por la recuperación de las Islas Malvinas en
la Plaza San Martín de Mendoza, ha renacido nuestra esperanza… no todo está
perdido. Así como no pudieron lavarle el cerebro a esta valiente joven, sabemos
que aún hay esperanzas que el país se levante y ocupe un sitial de privilegio.
Más bajo no podemos caer, hemos
conocido el desprecio del mundo, la corrupción se ha enseñoreado en nuestra
república y los principios fundamentales de la Patria han sido pisoteados a
placer por el poder de turno. Pero si la juventud se encuentra intacta en sus
valores morales, éticos y honorables tenemos esperanza que rescate a este país
del reino del mal y lo transporten a un futuro mejor, en un país donde sea
digno vivir y se recupere el amor a la Patria.
Sinceramente,
Pacificación
Nacional Definitiva
por
una Nueva Década en Paz y para Siempre
DISCURSO PRONUNCIADO EL 2 DE ABRIL DE 2014 EN LA PLAZA SAN MARTÍN DE LA CIUDAD DE MENDOZA DURANTE EL ACTO CENTRAL
XXXII
ANIVERSARIO DE LA GESTA
Autoridades civiles y militares presentes,
miembros del Cuerpo Consular, veteranos de guerra, familiares de nuestros
caídos en Malvinas, señoras y señores, amigos compatriotas:
Hoy, 2 de abril de
2014, conmemoramos el trigésimo segundo aniversario de la Gesta de Malvinas. No
pretendo que estas sencillas palabras se ocupen en datos históricos,
geográficos, geopolíticos o económicos.
Hoy me presento aquí
como argentina, como joven preocupada por esta sociedad, como estudiante, como
amiga, como hija. Hija, como muchos de ustedes de esta Patria Argentina,
fundada con el esfuerzo de muchos hombres y llamada a la grandeza. Hija de una
Patria que hoy mira con nostalgia décadas anteriores, cuando el argentino no
dudaba en dar su vida, si Ella se lo demandaba.
Tristemente hoy
nuestro País parece querer educarnos como extrañados de aquella Patria
Argentina. Nos educa para estar rendidos, para renegar de lo nuestro, para
negar un pasado heroico y valeroso, para volver la cara ante la sangre de
tantos próceres, para hacernos olvidar una historia llena de hazañas y proezas,
una historia que nos reclama, una historia que nos llama a responsabilizarnos, no
cualquier historia… sino nuestra historia.
Esa historia cifrada
en la magnificencia, hoy ve con ojos llorosos, a muchos de nosotros, ciudadanos
que hemos perdido el orgullo de ser argentinos. Ciudadanos a los que cabría preguntárseles
si son argentinos o si,simplemente, viven en La Argentina.
Hoy, los invito a
tener el coraje de responder que somos argentinos y que estamos orgullosos de
ello. Responder desde la memoria de un pasado y proyectando un porvenir.
Rememorar nuestra
historia es un deber. En este momento rendimos homenaje a nuestros héroes que respondieron
ser argentinos y lo demostraron dando su vida. Todos somos convocados por
nuestro pasado a recordar hechos reales, tangibles y verdaderos. Hechos que no
debemos permitir, sean tergiversados, atenuados, disfrazados o deformados por
una cultura decadente.
Hago un llamado a la
juventud de esta Patria noble, para que no olvide sus ejemplos. Para que tenga
memoria de los ideales que inundaban los corazones de los guerreros en Malvinas.
Guerreros también jóvenes, así es. Llamados “los chicos de la guerra” con la
mayor de las injusticias. Nosotros no los llamamos “chicos”, sino “infantes de
la guerra”, pertenecientes a la infantería. Jóvenes como yo, como nosotros, los
infantes siempre se han destacado por ser de los mejores combatientes, incluso
al punto de inclinar la balanza en los conflictos bélicos.
El joven es el
soldado ideal, por su mayor resistencia física, por su sensación de
inmortalidad, por su aptitud para responder, por su fe inquebrantable. ¡A los
jóvenes que dieron su sangre y su vida por este Suelo en Malvinas, no los
llamamos “chicos de la guerra”, los llamamos “grandes de la guerra”, “señores
de la guerra”!
El pasado nos hace
rendir homenaje también a los que volvieron. Veteranos de guerra que merecen
agradecimiento, que dieron y perdieron mucho. Que siguen combatiendo. Que nada
tienen de excombatientes, sino que día a día, desde sus respectivos lugares,
siguen amando su tierra, siguen combatiendo.En ellos vemos el modelo del
combatiente diario. ¿Cómo recordarlos? ¿Cómo demostrarles que los valoramos y
que les estamos agradecidos? Continuando. Dando la lucha diaria que requiere
nuestra condición de criaturas. Siendo buenos médicos, buenos abogados, buenos
profesores, buenos estudiantes, buenos padres, buenos hijos, defendiendo la
Verdad.
Rendimos homenaje de
igual manera, a aquellas mujeres valerosas que no dudaron en apoyar a sus
hombres durante la gesta malvinera. A tantas madres, hijas, esposas, novias que
comprendieron que el sacrifico del que formaron parte no era en vano, que el
riesgo de no volver a abrazar a aquella persona amada, debía ser asumido por
una razón superior. Y especialmente a todas aquellas que dejaron sus amores en
aquel suelo querido; regando la propia tierra, cubierta de cruces blancas, cual
cielo estrellado al que se mira y que hace recordar una promesa, la promesa de
volver.Como mendocinos, tenemos el honor de tener entre nosotros, a la más fiel
representante: la Sra. Delicia Rearte de Giachino.
Honramos también a
los hijos de los que combatieron, a sus padres, a sus hermanos, a sus amigos, a
sus superiores y subalternos, a los que sufren hoy ser relegados y dejados a la
buena del olvido. Hoy aquí, recordamos su abnegación y a sus héroes, nuestros
héroes.
Nos llama, una vez
más, el pasado,a ser consecuentes con la causa que defendieron todos y cada uno
de esos valientes. Valientes que defendían la amada tierra que pisaban y en la
que descansan en Darwin con ansia de cielo. Valientes que, en el Ara Gral.
Belgrano y el Santísima Trinidad, engalanan el fondo del mar. Valientes que
surcaron los cielos en bravíos pájaros de fuego. Valientes que hoy tienen
llagas sangrantes. Valientes a imitar.
Malvinas fue hazaña,
Malvinas fue tierra de grandezas, de corazones enormes, de almas generosas.
Malvinas debe ser semilla de nuevos ejemplos que conmemorar.
Ejemplos sencillos,
pero inmensos. Como nos mostraron el heroico Capitán Carballo y su esposa, la
cual ante la inminencia de la batalla le dijo al Capitán: “Vos cumplí con tu
deber, que yo voy a saber cuidar bien de tus hijos.” La pareja nos deja aquí el
modelo de hombres de bien, de patriotas que cumplen con su deber, en el lugar
que providencialmente les haya tocado ocupar.
Malvinas no es algo
que nos hayan robado. Lo que a uno le roban queda en el olvido, no se sabe si
sigue existiendo o no, desaparece. ¡Las Malvinas están siendo ocupadas ahora!
Es una habitación de nuestro hogar que está siendo usurpada por un intruso. Eso
no nos puede permitir estar tranquilos, no podemos dormir, no podemos descansar,
hasta restituir para siempre lo que por derecho nos pertenece.
Empujados por este
pasado, nos encontramos ante la necesidad de proyectar un porvenir, de
proyectar un futuro en consecuencia de este pasado. El hombre y su conciencia
son agentes directos de la historia, el hombre es responsable directo de la
historia.
Malvinas, nuestro
baluarte más reciente, nos exige ir caminando hacia nuestro futuro con la
certeza de un pasado heroico, con la esperanza de una Patria mejor; pero
también sabiendo que el presente está en nuestras manos.
Estamos llamados a la
grandeza. Como jóvenes, aspiremos a grandes empresas. Como mujeres, cumplamos
nuestro deber como pilares de toda empresa. Como ciudadanos de esta Patria,
hagámosla más grande. Pero que todas estas palabras hagan pie en obras que
merezcan ser honradas, como Malvinas.
Nuestra vocación es a
una vida heroica. Seamos héroes haciendo lo ordinario de forma extraordinaria.
El cumplir bien con lo que a cada uno corresponde, es una forma de elevar
nuestra condición de hombres corrientes, a edificadores de una Patria mejor
para nosotros, para nuestros hijos.
Malvinas es un
bastión a recuperar. Empecemos con nuestro esfuerzo diario, recordando hoy y
siempre a los valerosos espíritus que nos guían desde ese pasado convocante.
Decimos así con el
poeta,
El nombre de
tu Patria viene de argentum.
¡Mira que al
recibir un nombre se recibe un destino!
En su metal
simbólico la plata,
es el noble
reflejo del oro principial.
Hazte de plata
y espejea el oro,que se da en las alturas,
y
verdaderamente, serás un argentino.
Que María, que
desde Luján nos mira, nos otorgue el galardón de una existencia grande, dando
nuestra vida, todos los días.
Muchas
gracias.
Ma. Laura Elias – DNI 36962726
02 de Abril de 2014
Plaza San Martín
Mendoza - Argentina
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