viernes, 4 de abril de 2014

¿SE VIENE LA ARGENTINA?

EDITORIAL

Las perspectivas para la Argentina posteriores al 2015, cuando previsiblemente termine otro ciclo populista, el de los Kirchner, parecen alentadoras.


02 abr 2014

Ha debido caer muy bajo en la consideración internacional, y más bajo aún en su deterioro institucional, como para lograr un milagro del que no cabe esperar más que un nuevo amanecer de estabilidad, de negocios: la prácticamente unánime opinión de los principales candidatos de todas las fuerzas políticas en todos los temas decisivos.

Tropas rusas ocupan Crimea

Es notorio que en estos diez años el país vecino se peleó con Uruguay, con Chile, deterioró fuertemente sus relaciones comerciales con Brasil, empeoró sus vínculos con Estados Unidos y, como cada vez que se apela al populismo, se volvió a enfrentar para la tribuna con Inglaterra, con el resto de Europa, y en particular con España. Tuvo problemas comerciales severos con China y por si fuera poco, al acercarse a Irán agredió a Israel. Y ahora agregó otro agravio a Occidente por el tema de Crimea.

Pero el mundo sabe que ésta no es la Argentina, y sabe que hay otra posible; que la nación de Borges y Leloir, del Papa Francisco y de Saavedra Lamas, no es un club de amigos de los barbudos: ni de los de Centroamérica, ni de los del Oriente Medio.



En lo institucional ha deteriorado su moneda, destruido la credibilidad de su sistema estadístico, la independencia de su Banco Central, la autonomía de sus fondos previsionales, con un gobierno que intenta pasar por arriba del Poder Judicial, de los medios de comunicación con el manejo de la publicidad oficial. Asimismo, utiliza el fútbol como herramienta de propaganda oficial, aprieta jueces y utilizó la consigna famosa "vamos por todo". La forma de entender el gobierno que abre una zanja enorme entre los argentinos. A todo esto hay que sumar la ruptura con Repsol, la ausencia de arreglos con los holdouts, con el Club de París, todos coletazos del repudio, no ya de deudas, sino del modo occidental de resolverlas, aun cuando hay que renegociar por no poder pagar.

En este clima de destrucción institucional, de malas relaciones con todo el mundo, como Argentina no es Venezuela, se vislumbra una reacción que podría ser espectacular.


Macri, Massa, Carrió, los radicales y hasta Scioli, aunque amanuense de los K, todos coinciden en lo relevante que es lo institucional. En efecto, todos hablan de rescatar el sistema de derecho, de la independencia del Poder Judicial, de los medios de comunicación, de la transparencia en la gestión pública. Todos señalan la necesidad de rescatar lo que llaman "la república", esto es, un clima de mayor tolerancia. Todos asimismo, quieren recomponer los puentes con los vecinos, con Europa, con Estados Unidos, y sin distinción, señalan la necesidad de recomponer relaciones con los acreedores, con los vecinos y con los naturales socios comerciales. No es raro escucharles hablar de la necesidad de impulsar al sector privado, de bajar la presión fiscal, de terminar con el cepo. Es como si el cataclismo de los Kirchner hubiera logrado una fuerte convergencia de todos los candidatos hacia el centro del espectro ideológico. Incluso pueden advertirse líneas de este tipo en algunos líderes sindicales a quienes no se les ocurre como a los de acá, que la solución está en apropiarse de los medios de producción.


Habrá que llegar al 2015. Pero para cualquier emprendimiento que pueda hacer "la plancha" en una economía que no tendrá en estos dos años, ni crecimiento ni inversión, ni buen humor, es claro que si se puede aguantar, los astros se alinearán a favor de los negocios más allá de 2015. Es lo que por otra parte el mundo parece aguardar de este país tan rico: es inimaginable lo que una Argentina estable puede generar.

No otra cosa es lo que se vivió en la reciente Asamblea Anual del BID en Brasil. En efecto, en Costa do Sauípe la Federación Brasileña de Bancos, el Fondo Monetario, el Instituto de Finanzas Internacionales, el Magazine Emerging Market, dieron cuenta de un cambio de humor respecto de la Argentina a partir del nuevo gobierno, cualquiera que sea, después de 2015. Incluso a lo mejor, el nuevo tiene la suerte de que muchos ajustes antipáticos, por obligación, los tenga que hacer el actual.

En dos años de no poco sufrimiento, la Argentina tal vez pueda volver a ser lo que el mundo espera de ella.


NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

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