viernes, 22 de agosto de 2014

COLOMBIA 2018

por Ricardo Angoso
@ricardoangoso

Ya había comenzado a anochecer en Bogotá ese 7 de agosto del año 2018, cuando el saliente presidente de Colombia Juan Manuel Santos despegaba de la zona privada del Aeropuerto de El Dorado en un avión que le había cedido la familia Santo Domingo rumbo a Miami junto a su mujer y uno de sus tres hijos. Mientras el avión iba elevando el vuelo, a lo lejos se veían los destellos de luz de una ciudad desordenada, caótica y escasamente organizada. Santos, sentado en su cómodo asiento y sorbiendo un whisky escocés -de marca Chivas Regal 18-, masculló algo así como "ahí os quedáis pueblo idiota". La mujer le miró de soslayó como preguntando que había querido decir, pero Santos prefirió dar un trago a su preciado vaso y perdió su mirada en los cielos colombianos. Y el pueblo idiota, cretino e ignorante, que le había votado dos veces desconociendo que le daba crédito a un tahúr, se quedaba ahí abajo más engañado que nunca, aunque quizá ni siquiera eso sabía.


Atrás quedaban ocho años de poder, gloria y ambición, también de mediocridad manifiesta y vulgaridad rayana en la zafiedad, pero Santos había cumplido con su objetivo: pasar a la historia, hacerse archimillonario y ser presidente de la República. Misión cumplida y ahora a descansar a un país organizado y digno de su clase: los Estados Unidos. Esa sería su primera parada y después descansaría el resto de su vida en la nueva mansión que había comprado en la mejor zona de Londres, muy cerca de Hyde Park y a apenas tres cuadras de la una de las calles más exclusivas del mundo: Regent Street.

Se acabó tanta suciedad, de años de aguantar a tanto populacho y chusma y, sobre todo, de ver pobres, de tener que tocar sus sucias manos e incluso tener que besarles. ¡Qué horror, qué gente tan mezquina! Santos nunca aguantó a los pobres y para él  su vida social en esa pútrida Bogotá que dejaba atrás se desenvolvía entre el Club el Nogal, el Parque de la 93 y el Country Club. El resto del mundo era para él la cutrería más absoluta, indigna para un hombre que había sido señalado por los dioses para pertenecer a la casta más exquisita y fina del continente americano.

Unos días antes de su marcha, las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia(FARC) habían matado a tres patrulleros en Cauca y, en otra recóndita parte del país que Santos nunca había visitado, una mina quiebrapatas había asesinado vilmente a un niño de apenas doce años. ¡Pobres desgraciados, quién les mandaría estar por esos campos de Dios!, había comentado  Santos a sus colaboradores al conocer estos hechos.

GERMÁN VARGAS LLERAS, NUEVO PRESIDENTE

Mientras estos violentos acontecimientos ocurrían antes de la toma del nuevo presidente, Germán Vargas Lleras, que a su vez había sido vicepresidente con Santos, llegaban Luciano Martín Arango, alías "Iván Márquez", y Timoleón Jiménez, alías "Timochenko", a mismísima Plaza de Bolívar para ir a ocupar sus asientos entre el cuerpo parlamentario y los invitados de todas las naciones. Aparecían bien bronceados, gracias a los viajes a La Habana pagados por el erario público, y con sus finos trajes de lino hechos a medida. Hacía unos meses habían sido elegidos parlamentarios en las nuevas "circunscripciones especiales" creadas por Santos para semejantes criminales.

Luciano Martín Arango, alías "Iván Márquez", y
Timoleón Jiménez, alías "Timochenko"

En los alrededores del lujoso decorado, como no podía ser menos, habían sido cerrados todos los accesos para que los pobres, junto con los indigentes y todos los integrantes de la chusma que habitualmente pueblan el centro de la capital colombiana, no se acercaran a estropear la fiesta de los Vargas Lleras y los Santos, dos de las familias más poderosas del país y emblemas de la oligarquía colombiana por más de dos siglos. La ciudad estaba completamente atascada, ya que casi todas las calles del centro y alrededores habían sido cortadas, ¿pero qué les podía importar a estos hidalgos hijos de la quintaesencia colombiana que la gente se pudriera horas esperando en los destartalados y prehistóricos buses para llegar a sus casas? Qué se jodan, pensarían, hay que saber bien en qué familia se nace.

La fiesta tenía algo de funeral, de alegría fingida, de comedia organizada para engañar a incautos y al corifeo mediático que había acompañado en estos años a Santos a golpe de empanadas criollas, viajes al extranjero y vino tinto francés barato comprado en Carulla. El país estaba mucho peor que hace ocho años, eso todo el mundo lo sabía, incluido Santos y su espadachín beodo Vargas Lleras, pero a quién podía importar la suerte de semejante chusma. No habían nacido para disfrutar los placeres de la vida que tan solo estaban destinados para ellos.

La gente se moría en las colas de los hospitales, el informe Pisa señalaba que Colombia era el último país en todas las modalidades educativas, las infraestructuras ya eran comparables a las cubanas y la justicia, si tal nombre merecía, era, sin ningún género de dudas, la peor del continente.  De ir de Bogotá a París se tardaban diez horas, de Bogotá a Cali, dieciséis. Incluso el Ecuador de Correa ya había adelantado a Colombia en muchos indicadores y estándares internacionales, algo que no era de extrañar dado el estado de abandono total en que se hallaba sumido el país y la indiferencia de su clase dirigente, por no decir su frivolidad, a la hora de encarar los graves problemas que acuciaban en el día a día.

Vargas Lleras

Esa jornada de la toma de Vargas Lleras, un 7 de agosto del año 2018, llovió durante un par de horas en Bogotá y los invitados extranjeros, que habían sido completamente aislados de la macabra e infecta realidad de la ciudad, pudieron comprobar como una breve tormenta podía convertir a la  machacada urbe en una réplica de Venecia, eso sí rebosante de una suerte de canales desbordados e incontrolados de basura, lodo, masas hediondas y otras miserias humanas que mejor no nombrar.  Pero para Santos ese mundo, mejor dicho ese inmundo existir, ya se había terminado y ahora comenzaban sus años de deleite y descanso tras haber dejado a las puertas del cuarto mundo a su abatida, descompuesta y destruida nación. ¡Bienvenidos al 2018!

NOTA: Las imágenes no corresponden a la nota original.

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