sábado, 3 de enero de 2015

LOS DERECHOS HUMANOS COMO UNA IMPOSTURA

En los últimos tiempos, el país fue testigo de cómo una de las causas más nobles de la humanidad se degradó en un objeto manipulable; un Estado de Derecho se construye no desde la memoria, parcial y subjetiva, sino desde la historia

Por Rogelio Alaniz  | Para LA NACION
  
Había que decirlo y alguien se animó. La expresión tal vez no sea prolija, tal vez provoque una inquieta vibración en el ceño de algunas almas bellas, pero en lo fundamental es verdadera: los derechos humanos en los últimos años se han transformado en un curro. Una de las causas más nobles de la humanidad degradó en un objeto manipulable; la justicia devino en venganza, la memoria fagocitó a la historia, la verdad, en definitiva, se emperifolló con los atuendos vistosos del curro.

Las palabras de Mauricio Macri fueron ratificadas por un hombre valiente como Julio César Strassera y una mujer digna como Graciela Fernández Meijide. En todos los casos, la crítica no es contra los derechos humanos, sino contra su impostura y su manipulación. Los ejemplos son demasiado visibles para ignorarlos. Hebe de Bonafini, Schoklender, Sueños Compartidos y la quiebra de una universidad de cuyas deudas deberán hacerse cargo los contribuyentes. ¿Una excepción? No estoy tan seguro. Haber modificado el prólogo del Nunca Más, un gesto descarado de reescritura de la historia y un agravio a la conducta de aquellos hombres y mujeres que trabajaron en la Conadep, es también una estafa a la conciencia popular, pero, por sobre todas las cosas, una manifestación elocuente del talante de ciertos personajes decididos a hacer de los derechos humanos un dogma o, por qué no, un relato.

Foto: LA NACION

Inventar la cifra de 30.000 desaparecidos es otro fraude motivado por una subjetividad alucinada y una especulación bastarda de recolección de fondos en el extranjero; transformar a las instituciones de derechos humanos en agencias de propaganda de un oficialismo falaz y descreído es una afrenta a las víctimas y un privilegio inaceptable por parte de quienes se benefician con rentas provenientes de un gobierno cuyos principales promotores nunca creyeron en los derechos humanos.

Hombres de buena voluntad justifican o disimulan estas maniobras en nombre de ciertos resultados prácticos: los represores están presos. También sobre este tema se impone hablar en nombre de los derechos humanos. Y hay que decirlo de una buena vez, aunque a algunos les moleste: los represores también son titulares de derechos humanos. Y así como firmamos manifiestos y nos movilizamos para exigir la libertad de los presos de conciencia, o para criticar a un régimen que en nombre del orden abrió las puertas del infierno, también alguna vez habrá que empezar a movilizarse por los derechos de aquellos a los que ninguno de sus delitos despoja de su condición de titulares de derechos.

La inflación en la Argentina pareciera que no es sólo un dato económico. Sus efectos letales alcanzan al lenguaje, a la manipulación de las palabras, a la adjudicación de virtudes inexistentes, a la invención de cifras falsas, a la banalización de la tragedia y al recurso innoble de cierto terrorismo verbal que se inicia con un comportamiento discriminatorio y paranoico y concluye con el hábito del escrache, una práctica social que abreva en añejas tradiciones fascistas.

Guste o no a los facciosos de turno, los derechos humanos como tradición cultural y categoría política pertenecen a la tradición liberal. Hijos de la Modernidad y la Ilustración, expresan una de las conquistas más nobles adquiridas por la humanidad. Los derechos del hombre y del ciudadano reclaman de un orden político que los asegure. De ese se trata. De un orden político que garantice la vida y su requisito indispensable para realizarse: la libertad.

Alguna vez escuché decir que la noción de los derechos humanos se hizo presente por primera vez en la historia cuando Caín mató a Abel. Es una versión. Otros dijeron que nacieron cuando un señor llamado Herodes ordenó exterminar a los niños. Puede ser. En todos los casos, lo que se impone en todas las tradiciones es un mandato que nace desde el fondo de la historia, un recordatorio acerca de lo que distingue la condición humana: no matarás.

Valgan estas breves consideraciones para recordar una vez más que toda persona es sagrada y que no hay, no debería haber, ideología o sistema político que justifique el crimen. Si la vida vale y la libertad es necesaria, un orden político que merezca ese nombre debe proponerse crear las instituciones necesarias para hacer exigible estos valores. La experiencia histórica enseña que sólo el Estado de Derecho en clave democrática y liberal es el que garantiza la vigencia de los derechos humanos. Y que los derechos humanos valen para todos, porque no hay torturadores buenos y torturadores malos; o criminales buenos y criminales malos. ¿Dos demonios? No sé si el diablo existe, pero si existe estoy convencido de que es uno, no dos. Y su oficio es el de la muerte, no importa en nombre de qué causa o de qué orden.

Exigir la sanción a represores es una consecuencia de un imperativo a favor de la justicia, pero una política de derechos humanos va mucho más allá de un juicio o una condena. Discutir sobre derechos humanos entonces es discutir acerca de la calidad del Estado. O, para ser más preciso, las alternativas que trajinan entre el terrorismo de Estado y el Estado de Derecho.

Hoy el debate incluye el pasado. ¿Qué hacer con el pasado? ¿Desde dónde recuperarlo? ¿Memoria o historia? No es un juego de palabras. Se trata de dos formas antagónicas de relacionarse con el pasado. Es un debate teórico, pero sus consecuencias son prácticas. El rasgo distintivo de la memoria es la subjetividad, un dolor que encerrado en sí mismo degrada en resentimiento. La pretensión de la historia, por el contrario, es la objetividad, el esfuerzo por tomar distancia y contextualizar. La memoria no duda, no vacila ni revisa. La historia se propone exactamente lo contrario: dudar, vacilar y revisar. La memoria es antagónica a cualquier intento de reconciliación. No puede hacerlo, no debe hacerlo, se traicionaría a sí misma si lo hiciera; su naturaleza la impulsa a mantener intacto el odio y perpetuar los conflictos. La historia relativiza, instala el interrogante donde persiste una negación, se propone comprender y no sancionar, mucho menos castigar.

Los problemas se agravan cuando la memoria pretende apropiarse de la justicia y santifica la venganza, terrible paradoja, porque históricamente la justicia se constituyó precisamente para abolir la venganza. El pasado no puede caer en el olvido, pero su contexto es la historia. Porque el ciudadano en un Estado de Derecho se constituye desde la historia, no desde la memoria, mucho menos desde el anacronismo. O desde su fatal e inevitable descomposición moral, cuando el poder se apropia de la memoria y la virtud deviene en curro.

El autor es miembro del Club Político Argentino

FUENTE: http://www.lanacion.com.ar/1757136-los-derechos-humanos-como-una-impostura

NOTA: Los destacados no corresponden a la nota original.

viernes, 2 de enero de 2015

FALLECIÓ OTRO PRESO POLÍTICO


Estimados Amigos:

A través de la Unión de Promociones hemos tomado conocimiento que, el día jueves 01 de Enero de 2015 falleció, el señor Comisario Principal (R) Carlos Horacio ZAPATA (Policía de Entre Ríos),  quién se encontraba injustamente detenido como  Preso Político.

Con él, son 278 (doscientos setenta y ocho) los Camaradas fallecidos, pertenecientes a todas las Fuerzas Armadas, de Seguridad, Policiales, Penitenciarias y civiles; en el marco de este proceso de persecución, teñido de incontables irregularidades jurídicas y sistemática venganza, propias de una justicia prevaricadora.

Expresamos nuestras sentidas condolencias a todos sus familiares, allegados, compañeros y amigos, rogándole al Señor, les conceda pronta y cristiana resignación.

Dadas las avanzadas edades y estados de salud de los Presos Políticos en la Argentina, estas lamentables noticias son cada vez más seguidas. Una vez más levantamos nuestra voz hacia el poder de turno, no pueden continuar con esta matanza selectiva… es su obligación como presidente de todos los argentinos garantizar el debido proceso, la igualdad ante la ley, brindar asistencia sanitaria adecuada y por sobre todo lograr la unión de la sociedad para superar las antinomias que después de casi 205 años aún nos mantienen divididos. Es hora de sin odios, ni venganzas, es hora de una mirada superadora.

Por tal circunstancia, adherimos a la reiterada convocatoria de la Unión de Promociones a todos los integrantes de las distintas Fuerzas, a las distintas ONG e Instituciones vinculadas o afines, a familiares, amigos y allegados en general, a sumarse y trabajar en apoyo de todos quienes deben enfrentar esta injusta situación, a fin de afirmar y fortalecer el planteo de los justos reclamos por acceder a una justicia verdaderamente independiente, imparcial y objetiva, a través del irrestricto respeto por la Constitución Nacional.

Sinceramente,

Pacificación Nacional Definitiva
por una Nueva Década en Paz y para Siempre

jueves, 1 de enero de 2015

UN COMENTARIO ACERCA DE LA HISTORIA RECIENTE


A lo largo de las últimas décadas, he observado a muchos comunicadores sociales, funcionarios nacionales, integrantes de los Poderes del Estado, representantes de organizaciones no gubernamentales, analistas políticos y miembros de la sociedad en general, hacer análisis y comentarios acerca de los años transcurridos bajo la ofensiva de la Guerrilla y el Terrorismo en la República Argentina y la posterior acción de Contraguerrilla y Contraterrorismo, iniciada por el Gobierno de María Estela Martínez de Perón y continuada por el Gobierno del Proceso de Reorganización Nacional.

Los argumentos utilizados en muchos casos para enjuiciar o defender la acción de unos y otros, carecen en general de la profundidad que requiere un análisis imparcial de un hecho tan trascendente como el señalado. Se ha tomado la cuestión como la necesidad de demostrar la bondad de un bando y la maldad del otro y eso ocurre porque se confunde un hecho de carácter bélico, con intereses políticos personales de uno de los bandos en cuestión. Además, la contemporaneidad  de los hechos con las críticas a los mismos, impide una conclusión  acertada, ya que sus protagonistas intervienen en la discusión con distinto peso.

Durante más de 30 años se ha mantenido en vilo a la sociedad,  con titulares catástrofes acerca de los hechos de los que se acusa a las Fuerzas Armadas y de Seguridad. Permanentemente se hizo acción psicológica desde los medios de comunicación en apoyo, primero del Juicio a las Juntas Militares y posteriormente, de la búsqueda de continuar dichos juicios hacia todos los niveles de la conducción de las fuerzas que intervinieron. Se promulgaron leyes en el Congreso Nacional con el objeto de trazar una raya en la asignación de responsabilidades, pero solo se logró profundizar el problema por la carencia de una Política de Estado decidida a culminar y archivar definitivamente el problema.

Mientras tanto, las acciones de la guerrilla y el terrorismo, que dieron lugar a la intervención del Estado para reprimirlas, son consideradas como militancia política y sus responsables, liberados de toda culpa, caminan libremente por las calles y en muchos casos  ocupan importantes funciones en el Gobierno Nacional o Provincial o votan leyes en el Congreso Nacional que favorecen su impunidad. Otros ya fallecidos, resultan homenajeados como héroes por el solo hecho de haber intervenido en la contienda.

Tampoco hemos visto que algún político de entonces, cuando el Estado decretó la represión armada, se haya visto ante los estrados judiciales para responder por sus acciones u omisiones.

Se han trasgredido derechos constitucionales y procesales en aras de obtener el objetivo buscado y se han dejado de lado cuestiones trascendentales para la defensa en juicio. A este respecto, el análisis crítico de los historiadores trascenderá ésta época y señalará la verdad de los acontecimientos con la vara de la razón y la ética.

Lo que no podrá contrarrestarse en el corto ni en el mediano plazo, es la deformación y desinformación que se ha sembrado en la sociedad a lo largo de todos estos años, mediante el uso abusivo de calificaciones verbales, frases hechas repetidas insistentemente, películas carentes de un guion neutral y literatura teñida de parcialidad; como tampoco,  el olvido y el desinterés hacia los valores éticos, la educación básica, las celebraciones Patrias y los Símbolos Nacionales.

¡¡Quiera Dios darnos tiempo  y fuerza para recuperarnos!!
                                 
Buenos Aires, 1 de enero de 2015

N/E: El autor es un detenido Preso Político, por razones de seguridad se resguardan sus datos. 

miércoles, 31 de diciembre de 2014

NUESTROS DESEOS PARA ESTE AÑO NUEVO


Para este Año Nuevo 2015, deseamos:

Que todos los Presos Políticos mayores de 70 años reciban el beneficio de la prisión domiciliaria.

Que todos los Presos Políticos enfermos graves reciban el beneficio de la prisión domiciliaria.

Que todos los Presos Políticos que necesiten atención médica sean atendidos en los nosocomios previstos en sus obras sociales.

Que todos los Presos Políticos en prisión preventiva y hayan superado en prisión el tiempo establecido por ley, sean excarcelados.

Que todos los Presos Políticos sean puestos en libertad y los juicios sean declarados nulos.

Que todas las Víctimas del Terrorismo en la Argentina sean reconocidos y reparados históricamente.

Que la Concordia, la Justicia se instalen en la sociedad argentina, para poder aspirar a un futuro digno de ser legado a las generaciones venideras.

Sinceramente,

Pacificación Nacional Definitiva
por una Nueva Década en Paz y para Siempre

domingo, 28 de diciembre de 2014

UN SALUDO DE NAVIDAD DIFERENTE: LA ORANGUTANA SANDRA, EL MONODEMONIO Y SU RELACIÓN CON EL MERCADO DE LA CARNE

Por Andrea Palomas Alarcón


Es que a una la tildan tanto y tantas veces de gorila que le toma cariño al gremio. La orangutana Sandra es sujeto de derechos y la felicito, en un país en donde los niños duermen en la calle, los jubilados molestan y los Presos Políticos carecen de todo derecho, como los esclavos de la antigüedad.

A los 1800 Presos Políticos militares y policías más les valdría pedir traslado al zoológico para que los jueces recuerden que las prisiones son para seguridad y no para castigo.

País torcido que llama chocolate a la mierda y mastica impostando una sonrisa “progre” de sublime satisfacción.


Los jubilados y los Presos Políticos deberían ponerse un disfraz de orangután si quieren ser tenidos en cuenta por esta sociedad perversa, que rechaza a sus congéneres pero se emparienta con criaturas de cromosomas bestiales.


¿Quién sabe? Tal vez una prejuzga. Seguramente la orangutana Sandra no habría destruido tanto el país como la sultana de Tolosa. Algún botón se tiene que embocar de vez en cuando, cuando no se tiene tanta mala fe si hasta un reloj descompuesto acierta dos veces al día la hora.

Sólo el ser humano es capaz de tanta maldad; de utilizar a sus ancianos como materia descartable. De riguroso traje y rostro adusto los jueces pesan en la balanza de la Justicia a los Presos Políticos en un platillo, y en el otro los oros y beneficios que reciben por aniquilarlos.


La justicia se ha convertido en un mercado de la carne humana en donde los que pierden el poder se compran y se venden por peso y por cantidad.

La justicia hizo lugar a un hábeas corpus por una orangutana mientras ancianos enfermos agonizan en prisión. En esta década infame hemos visto acusados ser llevados en camilla a los tribunales. Hemos visto pantallas frente a convalecientes en un hospital, pomposamente llamadas “teleconferencias”. Hemos visto que jueces le tomen indagatoria a un viejo general en estado de semiinconsciencia, en la terapia intensiva de un hospital. Hemos visto acusados arrastrando con dificultad su tanque de oxígeno, en un carrito con ruedas que se chocaba con su bastón y sus propias piernas lastimadas. Hemos visto a un acusado ser cortado en rebanadas, hasta que se quedó sin piernas, sin que el mal llamado “juicio” se suspendiera un solo día ni dejaran de torturarlo con la pantalla de la teleconferencia frente a su cara. Hemos visto (todos) a un ex presidente militar ser llevado a declarar con fractura de coxis, con las costillas fracturadas y con evidente pérdida de memoria ¡SUBIR AL ESTRADO Y DECLARAR! Hemos visto literalmente como se mata en nombre de los Derechos Humanos.

Hemos visto todo en el mercado de la carne humana, por peso y por cantidad, ni siquiera por grado o por responsabilidad. Por peso y por cantidad.

Los jueces como hienas disputándose el botín con otros jueces, despedazándolos, despedazando la Justicia y a las personas. Con un traje sobrio, circunspectos pero chorreando sangre por los colmillos, con las garras manchadas de sangre. Dejando una estela de sangre tras de sí.

Miro a mi país y me esfuerzo por seguir queriéndolo. Esta no es la Argentina que mi padre me enseñó a amar. Esa Argentina ya no existe.

La Navidad se ha convertido en un grupo de insomnes comprando de madrugada cosas que no necesitan. Indiferentes, egoístas, ignorantes de lo que pasa fuera de sus cuatro baldosas.

¿Qué es la Argentina? ¿Qué nos aglutina? Si es más lo que nos separa que lo que nos une.


Nada tengo yo en común con esos chacales de traje que despedazan a la Justicia y a las personas. Menos aun con el periodismo que colabora en la construcción de una realidad imaginaria, reducidos como adolescentes a cien palabras huecas “pipiripipí… dictadura… pipiripipí… represores… pipiripipí…” Que nadie ose salir de las cien palabras para reclamar memoria completa pues saltarán como zombies “¡teoría de los dos demonios!”

Y así marcha este país a la deriva, con la teoría del monodemonio a cuestas, con un mercado de carne humana que emite sus vapores fétidos sobre todos nosotros, sobre los que hablamos y sobre los que callan, apestando su bandera que alguna vez fue pura y santa y hoy no es más que un trapo sucio.

Entre mis propósitos para el año que se acerca estará el de encontrar motivos para seguir considerándome compatriota de un montón de mercachifles indolentes que compran y venden como única actividad ciudadana.

No será una tarea fácil.

Andrea Palomas Alarcón
Derecho para todos


NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.

AMARGA NAVIDAD

"I have a dream"  Martin Luther King

La omnipresente mala pata que acompaña a doña Cristina desde su reasunción, en 2011, llegó en Navidad transformada en una fractura de tobillo que, ante la falta de aparatología adecuada en Santa Cruz -¿y la "década ganada"?- la obligó a regresar a Buenos Aires y, seguramente, la hará cancelar su inminente agenda internacional.

Desde los tribunales federales siguen llegando gigantescas olas de malas noticias a las playas de la Casa Rosada, agravando rítmicamente el grave stress -¿se deberán a eso los recurrentes problemas de salud?- que padece su inquilina; qué sucederá con ella cuando sea citado a prestar declaración como imputado el propio Máximo es una de las grandes incógnitas que plantea el año que iniciaremos el jueves.

Lo más repulsivo de la semana fue, sin dudas, la información de compras presidenciales de joyas por más de un millón de dólares anuales que puso en tapa la revista Noticias; ya se abrió una investigación penal sobre el tema, por la denuncia de una ONG, pero lo más grave fue la impudicia que trasluce esa actitud de nuestra "reina de los humildes". Resultará interesante ver a qué dislates apelan los aplaudidores habituales para justificar esta locura.

La otra mala nueva provino del campo del Tte. Gral. Milani, cuya indagatoria ha sido pedida en la causa por la desaparición de Agapito Ledo, cuando éste se desempeñaba como conscripto a las órdenes del primero; recordemos que, con muchas menos pruebas, hay 1.600 militares presos, para los cuales no rige el principio de inocencia.

Además, la Cámara Federal rechazó todas las nulidades planteadas por Guita-rrita, nuestro aún (increíblemente) Vicepresidente. La lista de funcionarios actuales requeridos por la Justicia se ha visto engrosada con los nombres de Axel Kiciloff, Julio de Vido, Florencio Randazzo, Di Cesare (PAMI) y varios segundones enriquecidos, y pronto llenará tantas páginas como la guía telefónica. ¿Estarán todos ellos dispuestos a inmolarse solos en el altar cristinista o empezarán a contar lo que saben, arrastrando a la jefa?

La Presidente demostró que, como afirmara en la editorial de la semana anterior, se ha transformado en un club sin semillero para designar testaferros de confianza y recurrió a toda su familia -Máximo y Florencia, Giselle, Rocío, Romina y Sancho- para integrar, en un acta llamativamente postdatada, el nuevo Directorio de Hotesur, del cual desplazó a varios amigos de Bóvedas Báez. La inexplicable y arriesgada maniobra pone a todos ellos en la primera fila de la línea que recibirá el fuego graneado de Comodoro Py.

Desde Estados Unidos, Suiza, Uruguay y Brasil siguen, también, soplando vientos contrarios a los intereses espurios de la noble viuda. Además de Báez, ahora se investiga por corrupción a Cristóbal Timba López, que también podría tener algo que ver con las 123 sociedades de Nevada, a cuyos datos accederá Jorge Lanata en los próximos meses por decisión judicial.

Esta semana, como Martin Luther King, debo decir "tengo un sueño"; si se hiciera realidad, la Argentina podría tener un promisorio futuro. Lo contaré primero, para luego intentar analizar sus ventajas e inconvenientes, si es que los últimos existen.

Soñé que Macri, Massa, Sanz, Aguad, Carrió y muchos otros constituían un grupo de trabajo para hacer el inventario real de la herencia que dejará la "década ganada" en todos los aspectos: moral, económico, social, educativo, estadístico, energético, geopolítico, fiscal, laboral, judicial, de marco legal, de seguridad y narcotráfico, de corrupción, de defensa, etc. Ese inventario era dado a conocer al gran público, como máximo, a fines de febrero.

El listado así confeccionado daba a toda la ciudadanía el pleno conocimiento de cuál es la verdadera magnitud de los problemas que deberemos afrontar cuando, finalmente, los Kirchner sean desalojados del poder, y ponía de relieve el gigantesco apoyo parlamentario y social que se requerirá para adoptar las medidas necesarias para corregir tantos desaguisados y mamarrachos.

Ese mismo día, todos ellos anunciaban la designación de Mauricio Macri como único candidato a presidente de ese conglomerado, acompañado por Sanz como vice, y ambos asumían el irrevocable compromiso de ejercer los cargos sólo por cuatro años. A la vez, Sergio Massa era designado como único candidato a gobernador de la Provincia de Buenos Aires.

Así y con el respaldo de casi todo el arco político, ambas cámaras del Congreso serán ocupadas por legisladores que se habrán comprometido a respaldar al Ejecutivo cuando adopte esas imprescindibles medidas.

Desde el punto de vista político, creo que si mi sueño se concretara tendría ventajas importantes para cada uno de los actuales candidatos. Macri, quien parece no haber hecho pie en la Provincia de Buenos Aires, donde se juega el 40% del padrón electoral, encontraría allí el respaldo que necesita.

Massa, diez años más joven que el candidato del Pro, dedicaría sus cuatro años como gobernador a mostrar qué es capaz de hacer en materia de gestión transparente en el distrito más grande del país, y despejaría las dudas que aún tiene la clase media respecto a que sea kirchnerismo con otra cara. A pesar del costoso tren fantasma que lo acompaña, creo que atribuirle esa posición resulta injusto, toda vez que su triunfo en el 2013, precisamente aliado con Macri, fue el hecho que enterró definitivamente el proyecto de modificar la Constitución para permitir una nueva reelección de doña Cristina.

Los radicales, que hoy constituyen un partido que ha casi desaparecido de las preferencias del gran público, brindarían el conocimiento que, sin dudas, poseen sus principales líderes y, además, recuperarían capacidad de gestión en muchas provincias, hoy en manos de los señores feudales del más rancio peronismo. Lilita, a quien casi nadie quiere como presidente pero muchos ven como controlante del poder, será unánimemente designada como Procuradora General, en reemplazo de la nefasta ¡Giles! Carbó.


El sueño de Martin Luther King, de integración racial en los Estados Unidos, se ha ido concretando, a pesar de los esporádicos problemas que acarrea la marcada disparidad de ingresos entre negros y blancos, sobre todo en el sur del país. La asunción de Barack Obama como Presidente fue innegablemente, la frutilla que coronó ese postre, acompañada por la presencia de magistrados afroamericanos en la mismísima Corte Suprema.

Si todo eso, que parecía absolutamente inimaginable hace menos de cuarenta años, cuando el apartheid y la violencia racial se imponían, hoy se ha transformado en una realidad, ¿podremos nosotros concretar algo tanto más simple si queremos sobrevivir como país independiente?

Por ahora, y antes de despertarme completamente, le envío mis deseos del mejor 2015 posible -que no será mucho- para todos.

Enrique G. Avogadro

DERECHOS HUMANOS, DINERO, PODER Y CORRUPCIÓN

Bajo la supuesta defensa de los valores supremos del hombre, se han desviado fondos públicos y se han pagado indemnizaciones sin mínimos controles
  

El jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, propuso terminar con "el curro" asociado a la política de derechos humanos de la era kirchnerista. El candidato presidencial Sergio Massa invitó a "cerrar bien una etapa de los derechos humanos y abrir otra nueva". Julio César Strassera, ex fiscal del juicio a las juntas militares, "aplaudió" lo que dijo Macri reconociendo la existencia de abusos y también Graciela Fernández Meijide, ex legisladora y madre de un desaparecido, puso distancia entre sus principios éticos y los escandalosos negociados del programa Sueños Compartidos, llevado a cabo por la Fundación Madres de Plaza de Mayo y el gobierno kirchnerista.


El juez de la Corte Suprema, Raúl Zaffaroni, respondió a Macri y a Massa, invitándolos a confrontar ideológicamente, pues aquellas expresiones implicarían "ideologías inhumanas". En cambio, el flamante secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández, descalificó a Massa, tratándolo de "bruto e ignorante", y a Macri, tildándolo de ser "una bestia".

Hablar de derechos humanos es hablar de valores supremos de la condición humana. Lograr su efectiva vigencia, en todo el planeta, es el mayor desafío que pueden plantearse las naciones. La otra cara de la moneda es que toda política de derechos humanos debe ser administrada en forma límpida e intachable.

En la Argentina, el debate sobre derechos humanos se ha centrado en los crueles episodios de subversión y la represión consiguiente, ocurridos en los años setenta, olvidándose de que también configuran valores para la reconciliación y el esfuerzo colectivo hacia el futuro.


La Corte Suprema estableció que sólo son delitos de lesa humanidad aquellos cometidos por organismos del Estado a través de una política sistemática que vulnere derechos de la sociedad civil o de un grupo determinado de ésta. Tal definición restrictiva, que sólo incluye la violencia ejercida por acción estatal, se diferencia de la doctrina internacional y excluye a los terroristas de su alcance (beneficiándolos con la prescripción, entre otros muchos principios del derecho penal) y también a sus víctimas inocentes, quienes no pueden acogerse a las leyes de reparación.

Es tan grave la responsabilidad que se atribuye al Estado por el uso abusivo de su poder en materia de "lesa humanidad", que simétricamente debería ser gravísima la sanción por desvirtuar esa potente herramienta institucional, en provecho de fines subalternos. Investigar eventuales desvíos no afecta ni daña los pilares de la doctrina, sino que los fortalece, evitando que el poder y el dinero los corroan, los debiliten y los destruyan.


¿Quién habría de "rasgarse las vestiduras" al insinuarse abusos en el manejo pecuniario o político de esa doctrina, si el Gobierno no ha demostrado manejo transparente en casi ninguna de sus gestiones públicas? Hemos visto la valija de Antonini Wilson, la bolsa de Felisa Miceli, la imprenta de Amado Boudou, los aviones de Ricardo Jaime, los fondos de Santa Cruz, el asesoramiento a Formosa, las obras públicas de Lázaro Báez, los casinos de Cristóbal López y, ahora, los hoteles de la Presidenta[1], entre muchísimos otros escándalos.

Las irregularidades de la sociedad de la familia presidencial Hotesur constituyen sólo la punta de un gran iceberg de corrupción, al que no es ajena una particular concepción del poder vinculada al uso de la función pública como medio de enriquecimiento. La propia jefa del Estado ha dicho públicamente en alguna oportunidad que a Néstor Kirchner lo obsesionaba el dinero, porque sin él no era factible dedicarse a la política.

La jerarquía superior de los derechos humanos configura el cuadro perfecto para que la política y el dinero hagan de las suyas, fuera del radar de las auditorías, las sindicaturas y los periodistas. Algo así como asaltar un banco y luego ocultarse en una Iglesia, detrás del altar mayor.

La política mostró una de sus peores hilachas con el caso de Felipe y Marcela, los hijos adoptivos de Ernestina Herrera de Noble. En 2002, las Abuelas de Plaza de Mayo denunciaron a la directora de Clarín como "apropiadora" de hijos de desaparecidos, llegando a lograr su detención. Años después, con la persecución que sufrieron los medios periodísticos por parte del Gobierno, el proceso judicial fue impulsado por organismos de derechos humanos, con medidas que fueron calificadas como "tortura psicológica y daños personales". En definitiva, luego del examen realizado en el Banco Nacional de Datos Genéticos (BNDG), quedó probado que Felipe y Marcela no eran hijos de los querellantes, ni tampoco de personas desaparecidas en 1975 y 1976, año este último en que nacieron los hermanos.

El dinero también suele ser una motivación irresistible para el desvío del poder estatal. Este diario ha pedido en reiteradas oportunidades al Ministerio de Justicia y a la Secretaría de Derechos Humanos información, que por su naturaleza debiera ser pública, para conocer cuánto dinero se pagó y cuántas víctimas y familiares percibieron indemnizaciones conforme a las leyes de reparación, pero no hubo respuestas. En total, el Estado habría pagado entre 1700 y 1900 millones de dólares en casos que rondarían los 220.000 dólares cada uno. Por curioso que parezca, en esos trámites no interviene la Justicia.

El Poder Judicial investiga actualmente indemnizaciones irregulares a parientes de guerrilleros que, en realidad, murieron mientras atacaban comisarías y cuarteles durante los gobiernos constitucionales del peronismo, entre 1973 y 1976. También investiga irregularidades en indemnizaciones y pensiones de por vida a personas detenidas desde 1955 en situaciones que no configuraban delitos de lesa humanidad.

Uno de los casos más escandalosos donde el poder y el dinero se han conjugado de la peor forma ha sido el citado programa Sueños Compartidos, de la Fundación Madres de Plaza de Mayo y gerenciado por Sergio y Pablo Schoklender. El "sueño" consistía en obtener fondos públicos para construir 4757 viviendas por 1295 millones de pesos y ejecutar sólo el 30% de ellas utilizando el 70% de las sumas recibidas. Este pase mágico habría sido posible mediante un festival de pagos sin control. La Auditoría General de la Nación detectó transferencias a distintas personas por un monto de unos 52 millones de pesos. De dichos pagos, Sergio Schoklender recibió unos 23 millones de pesos, su empresa constructora Meldorek S.A, 4 millones, y su hermano Pablo, algo más de 13 millones. Además de pagos sistemáticos con cheques inferiores a 50.000 pesos cobrados por ventanilla, por un monto total de 30.000.000 de pesos. Una sola persona cobró la suma de 4 millones mediante 85 cheques.


También habrían compartido los sueños de los Schoklender varios funcionarios públicos, quienes debían controlar y aprobar las obras realizadas por la fundación. Alejandra Bonafini, hija de Hebe de Bonafini, tampoco se privó de hacer negocios con Meldorek y se encuentra investigada por ello.

Para salvarse de la quiebra, en 2011 se constituyó un fideicomiso con el propósito de blindar los bienes de la Fundación Madres de Plaza de Mayo "para que pueda continuar con su obra". De ese modo, la radio AM 530, la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo, el Espacio Cultural Nuestros Hijos (ECuNHi) y la fábrica de paneles para viviendas quedaron bajo ese paraguas legal. Pero no fue suficiente, y, hace un par de meses, el kirchnerismo tuvo que estatizar la fundida Universidad para evitar un escándalo mayor.

La defensa de los derechos humanos no se agota con la condena a los crímenes de lesa humanidad y, mucho menos, con el pago sin control de cifras millonarias a quienes militan en el partido gobernante.

Esa defensa obliga a investigar a quienes pudieron haberse aprovechado de esa doctrina, para mantenerla impoluta. Y a recordar que los derechos humanos no son solamente un espejo retrovisor para juzgar el pasado con una perspectiva parcial y revanchista, sino que configuran una agenda de acción pública destinada a erradicar el hambre, dar vivienda digna, educar a las nuevas generaciones, asegurarles la salud, la seguridad personal, el acceso a la justicia y oportunidades de empleo genuino, sin dádivas ni clientelismo. Es decir, un país en serio, pero en serio de verdad.

FUENTE: http://www.lanacion.com.ar/1755830-derechos-humanos-dinero-poder-y-corrupcion

NOTA: Las imágenes y destacados no corresponden a la nota original.



[1] 


Recientemente la presidente de la Nación, a consecuencias de la adquisición de joyas por más de un millón de dólares anuales y en negro, ha sido denunciada por: Enriquecimiento Ilícito, Lavado de Dinero, Incumplimiento de los deberes de funcionario público, Estafa, Abuso de Autoridad, Administración Fraudulenta y Malversación de Caudales Públicos, Asociación Ilícita, VIOLACION DE LA ETICA EN EL EJERCICIO DE LA FUNCION PUBLICA, al art. 172, 174, 176, 210, 248, 253, 265, 266, 268 (1), 268 (2) 268 (3), 305 y 3006, del Código Procesal Penal de la Nación.

EN QUÉ CONSISTIÓ REALMENTE EL "CURRO" DE LOS DERECHOS HUMANOS

Por: Claudia Peiró

Los escándalos que han rozado a organizaciones del rubro no son más que efectos secundarios de una gran impostura, inspirada por un episodio del 2001. Una oportuna "política de DDHH" que negó los antecedentes que la hicieron posible


Un joven panelista de un programa de actualidad dijo esta semana que sólo Raúl Alfonsín y Néstor Kirchner "enfrentaron" a los militares.

Por otro lado, un fiscal advirtió hace poco: "Ojo, los pibes de hoy creen que la dictadura terminó en 2003".

Son dos afirmaciones que permiten medir hasta qué punto, con todo lo ignominiosas que son, las malversaciones de fondos que salpican a la Fundación Madres de Plaza de Mayo o la transformación de la bandera de los desaparecidos en un cómodo medio de vida para un colectivo cada vez más amplio, entre otras desviaciones, no constituyen el más grave "curro" de los derechos humanos.

La promesa del precandidato presidencial Mauricio Macri de acabar con "el curro de los derechos humanos" parecía aludir esencialmente a esos bastardeos.

Pero el verdadero "curro" estuvo en la impostura. En el relato.

En el oportunismo de un gobierno que abrazó la causa por conveniencia y que, basándose en logros ajenos sin los cuales no hubiera podido hacer lo que hizo, se dedicó a negarlos y a instalar la idea de una "Argentina hora cero" en la materia.


La realidad es que en el país rigen las garantías y las libertades individuales desde el primer día de la restauración democrática; algo que ni siquiera pudieron alterar algunas transiciones accidentadas.

Pero la crisis del 2001 fue un campo orégano para las improvisaciones. Toda crisis es una oportunidad, pero tanto para el bien como para el mal.

Cómo se les ocurrió la idea

Era el 25 de diciembre del año 2001. Argentina vivía la febril semana de gobierno provisorio de Adolfo Rodríguez Saá –abortada por el ánimo destituyente de otros gobernadores, Néstor Kirchner incluido-. En medio del fárrago de audiencias que el efímero mandatario mantuvo en Casa de Gobierno ese día, hubo una reunión cuyos efectos no pasaron inadvertidas para el santacruceño.

Rodríguez Saá recibió en su despacho de la Rosada a las dos agrupaciones de Madres de Plaza de Mayo, la de Hebe de Bonafini y la llamada Línea Fundadora. Más tarde, hizo trascender que revisaría el decreto de Fernando de la Rúa que prohibía extraditar militares a España –donde eran requeridos por el juez Garzón, metido desde hacía varios años a juzgar los hechos de nuestro pasado-, aunque el anuncio no fue oficializado.


Hubo euforia entre las ONG de derechos humanos. De inmediato circuló entre ellos una corriente de simpatía hacia Rodríguez Saá, hasta ese día impensada. El mismísimo Horacio Verbitsky apareció como improvisado movilero desde Casa de Gobierno comentando exultante las novedades para el programa Detrás de las Noticias que conducía Jorge Lanata.

Como lo relató una persona del círculo íntimo del santacruceño en aquellos tiempos, ese fugaz idilio de los referentes de los DDHH con el ex gobernador de San Luis le hizo comprender a Néstor Kirchner, de magro caudal político propio, que allí había un filón sin explotar. Una veta a la que hasta entonces ni él ni su esposa habían prestado la más mínima atención.

A esa tarea se lanzó sin embargo de lleno cuando llegó a la presidencia. Comenzó entonces la construcción del relato, sin el menor respeto por la verdad. El mito de la pareja perseguida en el sur y del coraje del Presidente que se les animaba a los militares. "No les tengo miedo", repetía, ya en su condición de jefe de las FFAA a las promociones que egresaban del Colegio Militar, generacionalmente ajenas al Proceso.

El clímax del fingimiento tuvo lugar el 24 de marzo de 2004, cuando Kirchner ordenó descolgar el retrato de un señor que estaba "muerto" mucho antes de su desaparición física, y luego entregó las instalaciones de la ESMA al colectivo de Derechos Humanos que todavía no ha hecho allí nada a la altura de la épica declamada.


Quien se dedique a la historia, sabrá que una de las cosas más difíciles de reconstruir no son los hechos sino el clima de una época. Que a emergentes de las generaciones post dictadura les cueste comprender lo que significaba vivir en un país donde las fuerzas armadas –en dictadura, democracia plena o pseudo democracia, según la etapa de que hablemos- eran siempre un factor de poder es algo entendible. El que no lo vivió difícilmente pueda darse una idea de hasta qué punto el Ejército principalmente fue un actor preponderante de la vida pública.

Desde ya, no es el caso de Néstor Kirchner ni de su esposa, que por generación sí conocieron ese clima. Al igual que su entorno y la mayoría de los operadores de los organismos de derechos humanos.

Por eso mismo, todos ellos eran perfectamente conscientes de que, en el momento en que Kirchner llegó al gobierno, por primera vez en años de historia argentina, las Fuerzas Armadas ya no era más un factor de poder. Nunca como en ese momento, hubo unas Fuerzas Armadas tan carentes de capacidad de presión; la mejor prueba de ello es que la política del kirchnerismo –que no fue sólo la de rehabilitar los juicios, sino una abiertamente antimilitar, de atomización y despojo a la institución- no enfrentó la menor reacción por parte del cuerpo; ni amotinamientos, ni "planteos", ni protestas. Nada.


Por eso las alegaciones del santacruceño sobre su falta de miedo sonaban grotescas para cualquiera que tuviese la menor conciencia histórica y honestidad intelectual.


Todo lo que sí se hizo en años anteriores

Pero la otra gran impostura del acto en la ESMA fue el pedido de perdón por los "años de haber callado", algo cierto en su caso, pero absolutamente falso en general, porque fue precisamente por todo lo que se hizo con anterioridad, del 83 en adelante, que Kirchner pudo "enfrentar" -como inocentemente dice el panelista antes citado- a los militares.

Después del juicio a las Juntas, una de las primeras decisiones de Raúl Alfonsín al asumir, algunos jueces iniciaron procesos contra las segundas líneas de las fuerzas armadas. Esto generó descontento y activismo por parte de los oficiales involucrados.

El gobierno radical promulgó entonces la llamada Ley de Punto Final, que establecía la extinción de la acción penal por violaciones a los derechos humanos contra quienes no fuesen llamados a declarar en un plazo de 60 días a partir de su promulgación. El resultado fue el contrario al deseado ya que los jueces aceleraron la apertura de causas y las indagatorias.

Eso desencadenó la reacción del movimiento "Carapintada". El primer levantamiento se produjo en la Pascua de 1987, con la conducción de Alfo Rico, un oficial de destacada actuación en Malvinas.

Alfonsín tampoco les temía, propiamente hablando, pero convengamos que no es lo mismo tener a los militares acuartelados y a punto de movilizarse que gritar –a 20 años de los acontecimientos– frente a una ESMA vacía ya de actores del Proceso...

Lo cierto es que, en junio de 1987, se promulgó la Ley de Obediencia Debida, por la cual se aceptaba como presunción que, de Coronel para abajo, los militares habían actuado en cumplimiento de órdenes. Esta ley sí tuvo el efecto de limitar los juicios a los más altos mandos.

El segundo alzamiento carapintada, en enero de 1988, ya no estuvo motivado por los juicios sino por el proceso que le seguía la justicia militar a Aldo Rico por la sublevación anterior.

Un tercer levantamiento tuvo lugar en diciembre de 1988 con otro líder, Mohammed Seineldín. El reclamo incluyó por primera vez un pedido general de amnistía.

Cabe señalar que, por ese entonces, el grueso de la dirigencia justicialista –Kirchner incluido- participaba de un proceso de acercamiento con los carapintadas en aras de la reconciliación nacional.

LA CAUSA PRINCIPAL QUE ABROQUELABA A LA OFICIALIDAD HABÍA DESAPARECIDO CON LOS INDULTOS

Fue por estas razones que Carlos Menem dictó los indultos en 1990, no sólo para los militares sino también para los jefes de las organizaciones guerrilleras.

Pese a los indultos, hubo un cuarto levantamiento, liderado por Seineldín, cuya finalidad era condicionar al gobierno de Menem, dado que los reclamos sectoriales ya habían sido respondidos. Esta fue la primera vez que un alzamiento carapintada fue enfrentado y reprimido de modo drástico.

Fue también el último conato de rebelión. Es que la causa principal que abroquelaba a la oficialidad en torno a jefes como Rico y Seineldin había desaparecido con los indultos.

Al quitarles su principal bandera de lucha, Menem les quitó también su razón de ser y los desmovilizó. Seineldín ya estaba aislado antes de sublevarse.

Retroceso en la integración de las Fuerzas Armadas

El resultado de esta política fue reconocido por el propio fiscal del juicio a las Juntas, Luis Moreno Ocampo: "Hoy ningún país de América Latina tiene tan bien resuelta la integración de las Fuerzas Armadas como la Argentina, y hay que reconocer que los indultos, aunque fueron dolorosos, colaboraron en esto. Con los indultos, se logró lo que se intentó con el Punto Final y la Obediencia debida" (revista Noticias, 28/3/98).

Esto es lo que Néstor Kirchner, con más oportunismo que falta de memoria –ya que él había vivido esos episodios y conocía bien sus causas y consecuencias-, negó en su discurso en la ESMA.


Cuando Kirchner llegó a la presidencia las fuerzas armadas estaban pacificadas e integradas a la sociedad. Hasta habían empezado a recuperar imagen ante la sociedad; entre otras cosas, por su participación en misiones internacionales de paz. Fue el kirchnerismo, para fortalecerse a costa de la institución, el que reabrió la grieta y las volvió a instalar en el sitial de enemigos, pese a estar compuestas ya en su inmensa mayoría por elementos que no habían tenido actuación durante la dictadura.

Un hombre de Estado toma decisiones en función de las condicionantes y posibilidades del momento. Como también admitió Federico Storani cuando, al votar la derogación de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida, dijo: "Hoy los radicales estamos aquí para derogar lo que sirvió en su momento para sostener la democracia".

Es que el oportunismo no fue solo de Kirchner. Un juez de la Corte Suprema -el fallecido Enrique Petracchi- declaró inconstitucionales los indultos que años antes había declarado constitucionales.


Otros dos elementos contribuyeron en los años 90 a sacar a las Fuerzas Armadas de su rol de factor de presión política: la desarticulación de la UCD, la fuerza política que los representaba en el plano civil, y la eliminación del servicio militar. Una decisión esta última controvertida y de dudoso beneficio para el país pero que claramente les quitó a las Fuerzas Armadas una poderosa herramienta de control social.

Los 90 fueron una pausa en los juicios; pero esa decisión tuvo beneficios para el país en materia de estabilidad política y le dejó a Kirchner una realidad diametralmente opuesta a la que enfrentó Alfonsín. El uso que hizo el santacruceño de eso es otro tema: como se dijo, Kirchner no se limitó a reabrir los juicios: se dedicó a re-estigmatizar a las Fuerzas Armadas lo que explica por qué muchos jóvenes de hoy creen que la democracia se instauró en 2003. En el Museo de la Casa Rosada, el oficialismo dividió en dos el período democrático inaugurado en 1983: hasta el 2003, "La democracia y sus límites" y desde el 2003 en adelante "La recuperación política, social y económica de la Argentina". La impostura al palo.

Los 90 podrán haber sido una pausa en los juicios, pero la política de reparación a las víctimas de la dictadura se inició en esta etapa, con una medida de la cual las autoridades de entonces no se jactaron nunca: la indemnización a los presos políticos y a los familiares de cada detenido desaparecido.

La verdadera estafa es este relato, que antes que una política de derechos humanos es una lectura acomodaticia del pasado. Los derechos humanos como abstracción, además, de momento que no se cuida la vida de los argentinos en el presente.

Finalmente, la mejor prueba de que la de Kirchner fue una decisión dictada por la oportunidad, es que hoy su viuda reanuda con el peor aspecto de la politización de los militares en el pasado, cuando, luego de haber denostado a la institución hasta el cansancio, le devuelve poder a cambio de que se asuma como facción al proclamar lealtad, no a la Nación, a la democracia, a la institucionalidad, sino al "modelo".



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