martes, 14 de abril de 2015

CFK APOYA DICTADURAS EN LA CUMBRE DE LAS AMÉRICAS



Por Agustín Laje
Director del Centro de Estudios LIBRE

Hace pocas horas, Cristina Kirchner tuvo su última “Cumbre de las Américas” (en Panamá) como Presidente de Argentina. Para tratarse de ella, no habló mucho; pero le bastaron sus diez minutos de micrófono para explicitar, una vez más por si hiciera falta, las alianzas políticas e ideológicas de nuestro país con las dictaduras neomarxistas regionales.

El caballito de batalla de los “derechos humanos” -argucia todavía creída incluso por algunos idiotas útiles (parafraseando a Lenin) no-kirchneristas que reconocen este “logro” del gobierno- se desmorona rápidamente con atender al plano internacional, en el cual tanto Néstor como su mujer se han estrechado la mano y concertado acuerdos con los canallas más despreciables del mundo actual sobre los que pesan innumerables violaciones a los derechos humanos: Muamar Gadafi, Mohamed Hosni Mubarak, Bashar al-Assad, José Eduardo Dos Santos, Mahmud Ahmadineyad y, por supuesto, con los dictadores del socialismo del Siglo XXI regionales: Chávez, Maduro, Correa, Morales y los hermanos Castro.

En la Cumbre de las Américas, concretamente, Cristina Kirchner reivindicó a las dictaduras cubana y venezolana. Sobre la primera, dijo estar muy “contenta” por “producir” y “presenciar” el “verdadero triunfo de la Revolución Cubana”, refiriéndose al hecho de que por primera vez el evento contase con la presencia del dictador isleño. “Cuba está aquí porque luchó por más de 60 años por una dignidad sin precedentes”, agregó.

Sobre Venezuela, Cristina Kirchner dispensó todo su apoyo al neodictador Nicolás Maduro y arremetió contra los Estados Unidos por haber declarado que Venezuela constituye una “amenaza” para aquél país. Tildó el hecho como “ridículo” y añadió que “Cuando me enteré, lo primero que hice fue reírme. Resulta inverosímil casi ridículo que cualquier país de nuestro continente pueda resultar una amenaza para la mayor potencia del mundo”.

En verdad, de ridículo no tiene un pelo. Es públicamente conocida la alianza de Venezuela con Irán. Los acuerdos políticos, militares y comerciales entre ellos superan las varias centenas. Es sabido, por ejemplo, que la fábrica de armas CAVIM (Compañía Anónima Venezolana de Industrias Militares) es de capital mixto venezolano-iraní. Del mismo modo, es también conocido que los programas nucleares de Irán precisan de uranio que es producido a grandes escalas en Venezuela (hay unas 50.000 toneladas de uranio todavía sin explotar). Israel ha denunciado estas ventas de uranio ante la OEA, preocupado por el plan que Ahmadineyad resumiera en la escalofriante frase de “eliminar a Israel del globo”. La militarización venezolana y las fantasías chavistas de “llevar adelante una guerra asimétrica contra el imperio” se suman a las causas que legítimamente preocupan a los Estados Unidos, aunque nuestra Presidente, con su soberbia característica, banalice la situación.

Celebrar la dictadura que somete a Cuba desde hace más de medio siglo, y defender la neodictadura venezolana, es propio de una Presidente que desprecia la democracia y los derechos humanos.

Los casos de violaciones a los derechos humanos que pesan sobre Fidel y Raúl Castro son inacabables: se han llegado a contabilizar 119.578 muertos por razones políticas desde la revolución cubana de 1959 hasta la fecha (la mayoría pasados por las armas en campos de concentración como La Cabaña); por lo menos 45.350 presos políticos; una incalculable cantidad de exiliados (más de un 1.200.000 viven en el exterior, lo que representa el 10% de la población actual de la isla); y 77.879 balseros muertos en intentos de fuga. (Observatorio Cubano de Derechos Humanos).

Respecto de Venezuela, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha calificado de “preocupantes” las violaciones a los derechos humanos perpetradas por el socialismo del Siglo XXI. Lo propio expresó la Human Right Watch en su informe del 2008.

La cantidad de jóvenes masacrados por el gobierno de Maduro todavía se desconoce. La cantidad de presos por razones políticas cada vez es mayor (si bien el caso más reconocido es el de Leopoldo López, no debe olvidarse a la jueza María Lourdes Afiuni, o el caso de Alejandro Peña Esclusa, o el de Richard Blanco, entre otros). La persecución a la disidencia es un dato de la realidad innegable.

No debiera extrañarnos, sin embargo, este apoyo de Cristina Kirchner a las dictaduras regionales. Después de todo, como reza un viejo refrán, “entre bueyes no hay cornada”.

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