martes, 14 de abril de 2015

HISTORIAS PARALELAS EN SU ESENCIA, AUNQUE SEPARADAS POR MILES DE AÑOS

El verdadero soldado, aquel que sin saber porque, un día recibió  llamado para ejercer una vocación sagrada  al servicio de sus prójimos y la asumió con entusiasmo y alegría.


Aquel que cargó voluntariamente desde adolescente la mochila de esfuerzos y sacrificios, para estar listo cuando su Patria lo convocara.

Aquel que no dudó en salir a pelear una guerra extraña e insidiosa y lo hizo como mejor pudo.

Aquel que forjó su espíritu en el mar, el aire, la montaña, la selva enfrentando duros desafíos para tratar de ser cada día mejor en sus capacidades, pues así lo exigía su sagrada misión de ofrendar su vida, si fuese necesario, en resguardo de valores y tradiciones comunes.

Aquel que expuso sus mejores intenciones para educar a una juventud que hoy yace en las esquinas de la droga, las escuelas de la delincuencia y frente a los escenarios de personajes frenéticos de frivolidad, todos ellos  modernos dioses de la modernidad y paradigmas de una decadencia diabólica.

Aquel que luchó por la preservación de su fé ante mercenarios del colonialismo ideológico y del materialismo, y lo hizo pese a fue incomprendido y olvidado por las mismas  jerarquías eclesiásticas temerosas de ir contra la corriente para defender la verdad.

Aquel que fue educado para matar o morir en defensa de sus ideales y que por ello tuvo que soportar agravios, desprecios y atrocidades políticas y humanas fabricadas para desconocer  la justicia que le correspondía.

Aquel que ahora, en los últimos años de su apasionada y a la vez ingrata vida, enfrenta con dignidad sus carencias, humillaciones, limitaciones, torturas y desprecios y aun busca izar la Bandera Azul y Blanca, aunque fuere en un tragaluz de su prisión despreciable y cantar las marchas de la Patria fenecida con vigor y templanza. Y esto ocurre porque su educación sanmartiniana le inculcó desde pequeño sentir profundamente los valores trascendentes heredados de los Padres de la Patria y hoy pisoteados y ridiculizados por los arkitectos de nuestra decadencia, expertos en insensibilidad, caprichos y corrupción.


Aquel que sabe que va a morir, como muchos lo hicieron ya, sin gozar de un poco de libertad, del afecto diario de su sufriente familia, del crecimiento de sus nietos, en tumbas tenebrosas en las cuales sus días se van agotando inexorablemente.

Aquel que fue borrado arbitraria e ignominiosamente del goce de sus mínimos derechos  por una sociedad despersonalizada y tuvo que tolerar falacias y relatos  conducentes a la venganza y la injusticia más absoluta.

Aquel que verifica como los criminales cipayos de otrora que mataron indiscriminadamente para imponer ideologías extrañas, hoy gozan de la sensualidad del poder y muchos aparecen como héroes de esta argentina desvencijada, hasta reverenciados por individuos (as) que han perdido toda noción de sus deberes ciudadanos y desgraciadamente son mayoría.

Aquel que comprueba diariamente como ha sido olvidado y hasta despreciado por los individuos que por vestir uniforme creen ser soldados pero en realidad son herederos de la nada y  prefieren y practican la servilidad al capataz de turno, antes que una decisión valiente para jugarse por la preservación de la historia y tradición de las instituciones, o por lo menos de la verdad.

Es un poco la vivencia de todos los soldados que sirvieron a sus pueblos a lo largo de la vida de la humanidad. Ensalzados e impulsados a la acción cuando el peligro arreciaba. Despreciados e ignorados después del logro de la paz y la tranquilidad.

Pero nosotros argentinos debemos jactarnos de haber construido acciones inéditas, por lo menos en América Latina y quizás en el mundo.



Nunca se mintió tanto ante hechos tan impactantes y profundos, se desnaturalizó la realidad, se falseó la verdad, se crearon hasta en escuelas especiales mentirosos personajes para ser testigos de relatos indemostrables, se constituyeron tribunales especiales al margen de la ley vigente, con  individuos capacitados para la ignominia, se presionaron de diversos modos sin escatimar recursos, a difusores de la opinión pública sin interesar sus valores morales para que propalaran y adornaran el relato y otras tropelías incontables.

Aun hoy a más de treinta y cinco años de esa epopeya dramática y nunca deseada, periódicamente y para narkotizar a pobres ingenuos  y distraerlos de latrocinios y delitos inmensos e injustificables en ejecución, se siguen propalando  aventuras ya desgastadas u otras recientemente inventadas. Quizás puedan así enviar a la cárcel algún viejito monstruo y satisfacer sus afanes primitivos

TODO ELLO INDUDABLEMENTE LLEVA HACIA UN OBJETIVO PERFECTAMENTE CLARO: LA VENGANZA POR SOBRE CUALQUIER OTRA CONSIDERACIÓN Y VALOR, ENCAMINADA A LA DESTRUCCIÓN DE LOS ANTICUERPOS DE LA SOCIEDAD, DEJANDO ASÍ EL CAMPO LIBRE PARA EL SAKEO Y LA IMPUNIDAD.


Decíamos al comienzo que la historia de los soldados que sirvieron a su Patria es muy similar en distintos escenarios a lo largo de la vida de la humanidad. Por ello es propicio recordar el heroico ejemplo de los guerreros espartanos quienes con pocos medios y sólo una insobornable voluntad de lucha y valentía a toda prueba, enfrentaron a un enemigo inmensamente superior PORQUE SU VOCACIÓN DE SOLDADO ASÍ SE LOS DEMANDÓ. En esencia, aunque a miles de años, la esencia de su gesta, ha sido la misma.

¿Alguna vez en nuestro pobre país se impondrá la verdad por sobre "la historia oficial"?

Lamentablemente lo dudo. La materia constitutiva de la sociedad actual es una masa informe de nihilismo, materialismo  y precariedades. Si fuera de otro modo no podríamos estar tolerando las barbaridades que diariamente suceden y han dejado de preocuparnos, pues no nos interesa analizarlas y menos aún comprenderlas.

Por lo menos, así, lo veo yo.

El Soldado Desconocido

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