jueves, 3 de diciembre de 2015

SERÁ INJUSTICIA


Crónica de un calvario: dinero, poder y DDHH – Argentrucha, 26 de noviembre de 2015

Desde ayer estoy pensando en que debo escribir algo. Verdaderamente no tenía ánimo, ganas ni fuerza para hacerlo, pero las cosas me vienen pasando por encima y no debo esperar más.
A fines de 2009 mi papá se enteró que estaba mencionado en un juicio en Bahía Blanca donde se investigaban supuestos delitos de lesa humanidad. Sabiéndose inocente me pidió que lo acompañe para aclarar la situación. Así nos fuimos mi hijo, mi padre y yo, para que se presentara en el juzgado. El 29-11-2009 lo recibió un juez amable, se acompañó la documentación que demostraba que en el año que se investigaba (1976) mi papá estaba en otro destino, con actas, fotos, recibos y hasta una copia del sitio web de las madres de Plaza de Mayo donde se lo mencionaba ocupando el puesto que dijo. El juez agradeció la colaboración, le dio la mano… y le hizo poner esposas para enviarlo detenido a la unidad 4 de Villa Floresta.


Hace 6 años de esto. Hace 6 años que viene pasando por diferentes estadios: excarcelado (muy poquito tiempo), detenido en Marcos Paz, prisión domiciliaria (la actual, por ahora). Hace casi 2 años comenzó el juicio oral. Fuimos a unas 80 audiencias en los tribunales de Comodoro Py, levantándonos a las 4:30 de la mañana para estar a horario, con sesiones maratónicas que han llegado a durar hasta las 21 horas. Tuvimos que viajar a Bahía Blanca cuando hubo que declarar, buscar pruebas -las poquitas que nos dejaron ver-, ampliar declaraciones, escuchar veredictos.


Mi papá tiene hipertensión, sufrió una AIT (una especie de pre-ACV pero temporal), camina con bastón porque tiene una rodilla gastada de la que ya fue operado pero que no tiene cura, e infinidad de pequeños problemas producto de la edad. Claro, tiene 80 años, pero eso no importa para algunos casos, no interesa lo que digan leyes, códigos o tratados internacionales.

Y ni por mucho es el mayor, hay otros de más edad, enfermos, cardíacos, hiper o hipo tensos, algunos con Alzheimer, otros con Parkinson, a los cuales hemos tenido que evacuar de las audiencias en más de una oportunidad, saliendo en camilla o silla de ruedas para llegar a la ambulancia y muchas veces quedar internados hasta conseguir estabilizarlos. Aprendí un montón de enfermedades de gerontes. Y aprendí, de un montón gente mayor con enfermedades, que se puede ser estoico en la adversidad.


Como abogado –aunque no ejerza- no coincido con que sean juicios de lesa humanidad. Esta definición es una creación jurídica, con una definición precisa y que Argentina ratificó recién en 2003. Ergo, y por los principios de presunción de inocencia, ley anterior al hecho, juez natural, irretroactividad de la ley, prescripción, prohibición de juzgamiento por comisiones especiales, la vergonzosa e ilegal anulación de leyes de amnistía, carga de la prueba, plazo razonable, y montones de etcéteras legales, los crímenes que pudieren haberse cometido no deben juzgarse como se está haciendo o están prescriptos.

Comparto que quien cometió un crimen, violó, robó, se apropió de un menor o mató, debe ser juzgado y purgar una condena. Pero no a cualquier precio. Los Estados tienen reglas y principios que deben respetarse, no hacerlo es caer en lo mismo que los organismos de DDHH dicen repudiar. Se juzga a militares por el sólo hecho de serlo. Algo habrán hecho. Tienen que haber sabido. El fin justifica los medios.
Aceptar este tratamiento no es justicia, es venganza disfrazada de ella.

Igualmente, y si cediera a la supuesta potestad del Estado para juzgarlos, hay cientos de otros principios que, en el juicio de mi papá, al que voy a referirme exclusivamente, están siendo conculcados.

No es cierto que se respeten los derechos de los enjuiciados. Cualquier detenido de más de 70 años va a su casa. Y no es aceptable la cantidad de pavadas que se escriben para justificar los presos en unidades carcelarias. La práctica indica que se concede prisión domiciliaria a todos, menos a los presos políticos. Por eso, porque son presos políticos.

No se respeta el elemental principio de que quien alega -acusación- debe probar. Se arman construcciones ideales, literarias y se sentencia en base a ellas aunque no se haya demostrado nada.

No se nos permite acceder a las pruebas. La fiscalía ingresa al juzgado y tiene contacto directo con todos los papeles. Las defensas deben hacer pedidos que no son contestados, solicitudes repetidas hasta el cansancio que nunca tienen respuesta. La excusa más usada es que no tienen personal para revisar. Todo lo que pude obtener fue una copia del Legajo de servicios de mi papá y, recién hace 2 meses, que me autorizaran a ver los legajos de otras 2 personas, bajo vigilancia de un integrante de la gendarmería y con el aviso de que, si quería fotocopiar algo debía ir acompañado con un guardia. Para ello debí viajar a Bahía Blanca por supuesto. Mandar copia no.

Por fin, a mi papá le endosan 5 casos de personas desaparecidas o detenidas entre fines de 1976 y abril de 1977, por haber supuestamente ocupado un destino en el que no estuvo hasta agosto de ese año. Y saben qué es lo mejor: la fiscalía, para acusar a otro detenido, presentó la mejor prueba que podíamos esperar: un despacho radiotelegráfico enviado al verdadero ocupante del cargo con fecha 9 de mayo de 1977. Justo lo que sostuvimos estos 6 años. Listo, nada más que analizar. La parte acusadora, por error, demuestra claramente su inocencia y su ajenidad con los hechos.

Ayer fuimos nuevamente a Bahía Blanca a escuchar el fallo indudablemente absolutorio. Los familiares de los otros procesados, con los que durante dos años escuchamos pacientemente a ¿testigos?, fiscalía, querellas y defensas, coincidieron en felicitarme por la pronta liberación de mi papá ya que es un caso muy claro. No estuvo y fue demostrado rotundamente por la propia fiscalía. Dicho sea de paso, fiscalía que como representante del Estado y titular de la acción, debió haber desistido de la acusación por estar en conocimiento de su inocencia. Pero se portó como querella y siguió para encontrar un culpable. No AL culpable, sino UN culpable.

Se inició el acto, calles cortadas, las agrupaciones con bombos en la calle. El tribunal marcó la cancha y declaró que si ellos querían, podían poner orden. A portarse bien entonces!!

Uno de los inculpados se descompensó antes de llegar a la audiencia. Hasta ayer a la noche estaba internado en el Hospital. Los imputados que podían caminar ingresaron esposados. Así bajaron las escaleras del circo, personas de 80, 90 y más años. Así escucharon los fallos. Cada vez que declaraban una perpetua, las agrupaciones aplaudían, cada vez el presidente del tribunal les daba tiempo deteniendo la lectura para no molestarlos.

Todos los fallos fueron condenatorios, todos de acuerdo a lo que pidió la fiscalía, sin evaluar los argumentos de las defensas. Lo único que le sacaron a los marinos fue el delito de asociación ilícita y alguna pavada menor. El tribunal dio por terminada la sesión y se retiró. Abandonó a los condenados, dejándolos a merced de los insultos de los presentes ya sin control judicial. Los integrantes del servicio penitenciario los sacaron tan pronto como pudieron mientras la barra les gritaba nazis, violadores, asesinos, hijos de puta, cagones, y algunas cosas más que no recuerdo. Lindo todo.

El resultado para mi papá: cadena perpetua, destitución y baja de la Armada (su Armada a la que dedicó su vida), pedido de prisión en cárcel federal, revocación de la prisión domiciliaria (eso si, previo paso por la revisión del cuerpo médico forense)

Los fundamentos: para marzo del año que viene. Mientras tanto a esperar y ver que pasa con las domiciliarias.

Ayer descubrí que a mis 54 años soy un pelotudo. Un pelotudo que creía en las instituciones. Un pelotudo que creía en la justicia. Un pelotudo que creía que en democracia, las reglas de juego iban a ser respetadas. Un pelotudo que realmente pensó que, con el cambio de gobierno, los jueces, por una vez, iban a ser imparciales ya que no deberían temer represalias. Bien, el pelotudo se equivocó. La plata, el poder, la política, manejan también la justicia.

Será Injusticia

José Luis Ripa (h)
Hijo de Preso Político
Abogado
DNI N° 13.916.631

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